sábado, 30 de junio de 2012

Brenda Gandini: "En este momento, no cambio nada de mi vida"


Chica OHLALÁ! de este mes, en plena grabación de La dueña, habla de su reciente maternidad y de cómo equilibra los dos mundos; comparte su presente de felicidad plena.


Por Teresa Elizalde y Soledad Simond 


Apenas nos sentamos a conversar con Brenda en un bar de Palermo, aparece el nombre de Eloy, su bebé de ocho meses que tuvo con su pareja, el actor Gonzalo Heredia, y quien es el artífice del gran cambio de su vida. Hoy, la hija de Daniela Cardone, que vivió hasta los 18 años en el sur junto con su padre, alejada de la fama y el ambiente televisivo, vive un momento pleno: combina sus grabaciones en La dueña con su rol de madre y de mujer. "A veces, me siento como esas mujeres con ocho brazos, tratando de hacer mil cosas a la vez. Estoy agotada, pero no me quejo, lo disfruto mucho, y Eloy me da todo lo que necesito", cuenta mientras nos muestra, con su inmensa sonrisa, una nueva foto de su bebé.
La dueña es uno de los programas revelación, ¿cómo lo vivís?
A mí me sorprendió mucho; cuando vi el primer capítulo, dije: "Wow". Era un elenco muy fuerte, me llamó la atención, son tres meses, es la vuelta de Mirtha Legrand, iba a generar una expectativa muy fuerte. Y además, es un personaje que no hice nunca, de mala, ambiciosa, que no le importa nada, ella quiere llegar a ser el día de mañana la cabeza de todo eso. También usa su aspecto, su seducción, para poder lograr todo lo que quiere, porque sabe que los hombres caen.
¿Y cómo es trabajar con Mirtha?
Mirtha es lo más, yo tenía miedo de trabajar con ciertas personalidades, pero llegás al set y ella pasa letra y te hace sentir su par. Obviamente es una reina, todos están predispuestos a que se sienta bien, pero como que nos olvidamos de quién es..., somos todos pares.
Y con tu bebé, ¿estás organizada?
Sí, ahora sí... Los primeros cinco meses, los pasé con él, después filmé una película. Ahora, en el bache en las grabaciones, está quien elige quedarse en el camarín o tomando mate con sus compañeros, yo me vengo a casa para estar con él o me lo llevo para allá: ¡Eloy ya forma parte de La dueña! También está mi suegra, que lo cuida: si no estuviera ella, no sé qué haría. Buscar a alguien de afuera no es posible porque Gonzalo (Heredia) y yo somos dos personas conocidas y expuestas, y está el miedo de meter a alguien que te sale con un martes 13, le estás abriendo la intimidad de tu casa a alguien que no conocés...

Nuestra chica OHLALÁ! de este mes, en plena grabación de La dueña, habla de su reciente maternidad y de cómo equilibra los dos mundos; comparte su presente de felicidad plenaCamisa clásica (Kevingston, $349), camperita de angora (Chocolate, $690), pantalón chupín de corderoy (Levi's, $498), abotinados (Paruolo, $850), bicicleta estilo vintage (Olmo, $1188) - Foto: Sebastián Arpesella. Producción de Carol Schmoisman

¿Hacés todo vos?
Y sí, me ayuda una persona que limpia: viene el sábado y plancha, pero el resto trato de organizarlo yo. Me gusta. Cocino, para Eloy, para Gonzalo, que viene a cenar. Dejo listas algunas cosas para el otro día. ¡Ordeno, hago de todo!
¿Siempre fuiste tan organizada?
Sí, soy demasiado estructurada en esas cosas. Lo que me pasa es que quiero hacer todo yo, y así termino: cansada, agotada. En este momento, me estoy dando cuenta de que estaría bueno aprender a delegar.
¿Eso de dónde viene?
No sé, creo que de la educación: mi padre era demasiado organizado, chapado a la antigua; mi madre no. Ella era la liberación total, y era yo la que me tenía que poner las reglas. Entonces, fue como absorber de todos un poquito. Viví con mi papá hasta los 18 años en el Sur.
¿Porque vos quisiste?
Sí. Mi mamá se fue de ahí cuando yo tenía dos años, pero yo viajaba una vez por mes, en avión, a verla. Se tuvo que ir porque le salió la posibilidad de trabajar como modelo. Me quiso llevar y, tenencia de por medio, mi papá no se iba a venir a vivir a Buenos Aires.
Brenda Gandini, nuestra chica de tapa

¿Te pesó estar sin tu mamá?
No, porque, en cierta forma, la veía. La extrañaba horrores: el fin de semana que me venía acá no me alcanzaba nunca, pero, a la vez, yo estaba muy asentada allá, con mi papá, con la mujer que me cuidaba y que terminó siendo su mujer; mis amigas de hoy siguen siendo mis amigas de cuando estaba allá en el sur, y esas cosas no las hubiera cambiado. Mi mamá pertenecía al medio, yo allá no veía televisión, sabía que era modelo y nada más, y lo sabía porque mis amigos me decían: "Che, qué linda que es tu vieja", pero nada más. Por eso les digo: a veces fui como muy ingenua, pero agradezco haber sido así.
¿Te gustó vivir en el sur?
Sí, viví en Cipolletti, y si volviera el tiempo atrás, lo elegiría de vuelta. Soy muy ingenua en muchas cosas, pero agradezco haberme criado de esa manera: es distinto, es otro tiempo, es todo más tranquilo, la siesta, poder volver a las diez de la noche y saber que está todo bien,
Ser mamá, ¿te activó algún reclamo con tu vieja?
No, súper resuelto: cada uno hace lo que puede. Yo no lo dejaría a Eloy, pero fue su elección de querer progresar en la vida, no es que me abandonó... No puedo culparla: son elecciones de vida. La verdad es que yo no tomo a nadie de ejemplo, me gusta observar y vivir mis propias experiencias. Si te quedás con lo que ves, estás viviendo de la experiencia de los demás, y yo quiero hacer la mía.
¿Qué te propusiste como mamá?
No ser ni totalmente madre ni totalmente amiga, estar en el centro. Poder brindarle mi educación y lo que yo pienso que está bien o mal, pero que él elija. Marcarle el respeto hacia la otra persona, dónde empieza el derecho del otro, pero que él tenga el estilo de vida que quiera. Me propongo acompañarlo de la mejor manera. Acompañarlo en el crecimiento como madre y amiga, que pueda confiar en mí, porque si uno impone tanto miedo, tanto respeto, no inspira confianza.

Nuestra chica OHLALÁ! de este mes, en plena grabación de La dueña, habla de su reciente maternidad y de cómo equilibra los dos mundos; comparte su presente de felicidad plenaFalda de gasa plisada (Complot, $698), musculosa bicolor (Rie, $254), saco de colores sin prendedura (Desiderata, $595), chatitas de piel animal print (Paruolo, $699), bufanda con pompones (Complot, $119), sombrero (Vitamina, $478) - Foto: Sebastián Arpesella. Producción de Carol Schmoisman

En ese sentido, la señora que te cuidó, que se convirtió en tu madrastra, ¿es un modelo para la crianza?
Sí, la amo, y es un modelo, pero toda mi familia es un modelo. De todos tomo algo y escucho. También es distinto, porque, al no ser la madre, es la persona que te va a permitir muchas más cosas. Pato fue en ese momento la alianza femenina: mi papá trabajaba, mi mamá estaba en Buenos Aires... De ella rescato su bondad, es muy buena, la adoro.
Hasta los 18, estuviste allá; luego, viniste acá e hiciste una carrera rápido, fuiste madre... ¿Cómo procesás todo?
Me costó, pero de chiquita venía a ver a mi mamá y la acompañaba en el trabajo, entonces mamé el medio y el esfuerzo de pelearla. Me dicen que me adapté bien, porque lo tomo como un trabajo. Yo doy notas si tengo un trabajo; si no, no... Cuando estaba embarazada, me llamaban y no hacía notas: ¿qué voy a contar?, ¿que estoy hormonalmente loca? No está bueno que tu vida íntima pase a ser tu profesión.
¿Tu vieja te ayudó?
Sí, fue un soporte, ella me habló mucho de este medio; no es simplemente lo que ves, hay muchas cosas turbias, y una elige exponerse a eso y llevarla de la mejor manera.
¿Se te hizo una capita después de años en la ciudad?
Sí; en Buenos Aires te curtís, más en mi ambiente, donde somos todos divinos pero en apariencia. Si hay algo que yo tengo, es la capacidad de percibir: no me puedo relacionar bien con la gente del medio, por más que se dice que no compiten y aunque sé que hay muchas buenas personas, es tan frívolo que no sé si todos quieren verte bien. Antes había gente que por ahí no me hablaba y no me llamaba, y desde que estoy con Gonzalo me llama, y yo no quiero eso para mi vida.

Nuestra chica OHLALÁ! de este mes, en plena grabación de La dueña, habla de su reciente maternidad y de cómo equilibra los dos mundos; comparte su presente de felicidad plenaJean elastizado (Herencia Argentina, $462), camisa de corazones (Complot, $290), campera estilo militar (Kevingston, $680), cinturón doble (Chocolate, $250), mocasines con hebilla (Natacha, $222). - Foto: Sebastián Arpesella. Producción de Carol Schmoisman

La relación con Gonzalo, ¿también se dio muy rápido?
Ya nos conocíamos desde hacía años, los dos teníamos ganas, fue rápido para la gente que creía que estábamos de novios desde hacía dos meses. Pero cada uno piensa como quiere; quizá sea rápido para vos y para mí no, yo estaba enamorada.
¿Tenías ganas de ser mamá?
Me lo despertó Gonzalo, hablábamos mucho de eso, y mi hermana justo había sido madre: te empezás a involucrar en el mundo de los chicos, te agarra una cosita que decís: "Quiero un bebé".
¿Qué cambia con un bebé?
Tenés que tener ganas de cambiar de vida, porque tu ego se corre, tus prioridades y tu bienestar pasan por él. Yo era muy amiguera y estaba todo el tiempo organizando cosas; ahora busco los momentos de soledad. Prefiero quedarme con mi hijo antes que ir a comer con amigos... Ahora, nosotros elegimos, pero hacemos todo con Eloy.
¿Eso joroba en la pareja?
No, porque una mujer no tiene que descuidarse aunque cueste. ¿Vieron esos dibujos en los que las madres tienen ocho brazos? Bueno, a veces me siento así, haciendo una cosa, Eloy allá, cocinando con una sola mano..., y es cuestión de organizarse. Se durmió Eloy: bueno, es momento de charlar un ratito...

Nuestra chica OHLALÁ! de este mes, en plena grabación de La dueña, habla de su reciente maternidad y de cómo equilibra los dos mundos; comparte su presente de felicidad plenaJean elastizado (Herencia Argentina, $462), camisa de corazones (Complot, $290), campera estilo militar (Kevingston, $680), cinturón doble (Chocolate, $250), mocasines con hebilla (Natacha, $222). - Foto: Sebastián Arpesella. Producción de Carol Schmoisman

Hay momentos en que la mujer se transforma más en madre que en esposa...
Sí, pero yo, desde que fui madre, me propuse no descuidar mi pareja, como le digo a él: los dos tenemos que cuidarnos y cuidar la relación, si no, pasamos a ser amigos. Hay días que son difíciles, no podemos ni hablar y recién nos vemos cuando nos vamos a dormir. Eso hace que te extrañes muchísimo.
¿Pensás en el futuro de tu hijo, siendo una persona pública?
Pienso todo el tiempo en eso, ya desde chiquito lo llevamos al trabajo, para que vaya conociendo, tratamos de involucrarlo en el ambiente para que sepa a qué se dedican sus padres. Yo quiero que él lo viva como yo lo hice, que siga su vida normal. Nosotros tenemos la vida de cualquier persona, pero todo lo nuestro se potencia, se magnifica, se bifurca y se dice cualquier cosa. Entonces, voy a cuidarlo de ciertas cosas que a él le puedan llegar a hacer mal. Yo recuerdo que mi papá, cuando se dijo algo malo de mi mamá, no me dejó ver la televisión: me cuidó mucho, y yo quiero hacer lo mismo.
¿Cómo se lleva Eloy con tu mamá?
Ella viene con sus brillos, sus cosas, no se baja del glamour, y Eloy la mira y pasa una hora hasta que se genera el vínculo. Mi mamá se transforma, es otra persona, está embobada.
¿Qué cosas te relajan? Gonzalo debe ser tu cable a tierra.
Es muy pensante, pero al mismo tiempo es muy relajado, más tranquilo. Yo estoy leyendo una revista y estoy pensando en otra cosa; a él lo ves leyendo y está en eso, re tranquilo.
¿Es cuida?
Gonzalo es menos celoso que yo, que soy re celosa: no veo sus escenas, sé que es su trabajo y hoy no me molesta, pero si veo un beso de más, ¡epa! (risas). Cuando va a hacer un evento, las mujeres se le tiran, y yo no puedo ponerme en el lado de cuida, a Gonzalo ya lo conozco haciendo eso, tiene que explotar sus facetas, yo lo acompaño en ese proceso, hasta que alguien se desubica y ahí entro yo y la mato (risas). Cuido a mi hombre y a mi hijo, cuido la familia, lo cuido a él.

Nuestra chica OHLALÁ! de este mes, en plena grabación de La dueña, habla de su reciente maternidad y de cómo equilibra los dos mundos; comparte su presente de felicidad plenaSaco trenzado tejido (Kevingston, $460), conjunto de muscolosa con botones y short tipo bóxer (Kevingston, $110 y $50), medias 3/4 (Como quieres que te quiera, $45) - Foto: Sebastián Arpesella. Producción de Carol Schmoisman

¿Y qué te gusta a vos? Con la maternidad, la mujer pasa a un quinto plano, pero debe haber cosas que te motiven...
Bueno, yo viví sola mucho tiempo, y extraño tener momentos sola. Estoy en una etapa en que Brenda no existe, pero en un mes termino de grabar y ya me propuse ir a un gimnasio, estudiar, tener una hora de lectura: hace ocho meses que no leo un libro, que no veo una película, que no voy al cine, nada, ocho meses en que no voy a comer con mis amigas. Decidí esto, y no es que lo sufra, pero tengo que empezar a equilibrar.
¿Ganas de casarse?
Yo mucho no creo en el casorio. Cuando era chica sí; a los 15 decía que con mi primer novio me casaba, iba a tener hijos... Después, las falsas promesas, el desamor, que te duele. Me parece que la unión que tenemos nosotros va más allá de un papel, no necesito nada que certifique que estoy enamorada.
¿Cambiarías algo de tu momento de hoy?
No, nada, soy inmensamente feliz, por más que me relegue. Eloy me dio lo que me faltaba para tener más motivaciones para querer vivir: siempre elegí el perdón y creer que la gente puede mejorar, elijo no ponerme en el lugar del odio, porque me lastimo. Trato de buscar las cosas que me hacen bien, y Eloy me llena el alma: si estoy de mal humor, él me hace una sonrisa y se me va todo. Además, encontré un hombre que, más allá de su atractivo físico, tiene condiciones como persona que no había encontrado en otro, fue como redescubrir el amor verdadero, el amor fuerte, el amor pasional, el amor terrenal. Estoy en un momento en el que no cambiaría nada.